Manué picha, he entrao en tu casa y te cojío sin permiso tu último artículo, espero no me denuncies por robo sin violencia de tu intelectualidad, hubiese sido mejor pedirte permiso, ya lo se, pero me daba flojera mandarte un aviso y ponerme a esperar.
MANUEL RUBIALE EN ESTADO PURO:
MANUEL RUBIALE EN ESTADO PURO:
(COMO EL BARCO DEL ARROZ)
Este muerto ya no hay quien lo oculte. El ropero apesta y los aerosoles de Zapatero ya no camuflan el hedor a carne podrida ni el zumbido de las moscas hambrientas.
Y sigo sin entender nada, o he sucumbido hipnotizado por las voces agoreras de los sesudos economistas apocalípticos o me he quedado colgado en la confianza de que “ellos”, los que manejan el gran negocio, tienen un plan “B” aún por estrenar y dispuesto a servir de herramienta salvadora de los males del mundo. Y en medio una cuesta abajo sin fondo visible y con railes grasientos para que resbalen nuestros proletarios culos.
Y nadie dice nada, nadie se levanta, nadie apedrea las sucursales bancarias, nadie es responsable del desaguisado, nadie ha ido todavía al talego por trincar lo que no es suyo o por especular más de la cuenta, nadie dimite ni salta de ningún pegajoso sillón aún a pesar de haber demostrado la más absoluta de las necedades. Seguimos esperando que llueva maná sobre nuestras gorras de desempleados al sol. Definitivamente lo han conseguido, nos han domesticado.
Aún no he oido rugir a los grandes sindicatos, la comodidad, el clientelismo y las subvenciones es lo que provocan: silencio, silencio complice, silencio empachado, silencio comprado, silencio traidor, silencio abnegado. Ellos también son parte del sistema moribundo y no dejan de demostrarlo y, como en todos los naufragios, cuando el barco al fin se vaya a pique, sólo seguiran a flote las ratas de la bodega, las negras ratas de ayer, las de hoy, las de mañana, las que se han comido desde siempre el grano que a usted, amigo lector, le falta en la despensa.
Este muerto ya no hay quien lo oculte. El ropero apesta y los aerosoles de Zapatero ya no camuflan el hedor a carne podrida ni el zumbido de las moscas hambrientas.
Y sigo sin entender nada, o he sucumbido hipnotizado por las voces agoreras de los sesudos economistas apocalípticos o me he quedado colgado en la confianza de que “ellos”, los que manejan el gran negocio, tienen un plan “B” aún por estrenar y dispuesto a servir de herramienta salvadora de los males del mundo. Y en medio una cuesta abajo sin fondo visible y con railes grasientos para que resbalen nuestros proletarios culos.
Y nadie dice nada, nadie se levanta, nadie apedrea las sucursales bancarias, nadie es responsable del desaguisado, nadie ha ido todavía al talego por trincar lo que no es suyo o por especular más de la cuenta, nadie dimite ni salta de ningún pegajoso sillón aún a pesar de haber demostrado la más absoluta de las necedades. Seguimos esperando que llueva maná sobre nuestras gorras de desempleados al sol. Definitivamente lo han conseguido, nos han domesticado.
Aún no he oido rugir a los grandes sindicatos, la comodidad, el clientelismo y las subvenciones es lo que provocan: silencio, silencio complice, silencio empachado, silencio comprado, silencio traidor, silencio abnegado. Ellos también son parte del sistema moribundo y no dejan de demostrarlo y, como en todos los naufragios, cuando el barco al fin se vaya a pique, sólo seguiran a flote las ratas de la bodega, las negras ratas de ayer, las de hoy, las de mañana, las que se han comido desde siempre el grano que a usted, amigo lector, le falta en la despensa.
3 comentarios:
Qué buen artículo... No, hijo, de esos banqueros ninguno irá al talego por provocar la ruina que han provocado, pero ten cuidado tú, ciudadano de a pie, que si no pagas lo que debes a lo mejor sí que vas al talego ese...
Besos, bishi..
Un beso chinorris, sigo viendo la maravilla que me enviaste, vaya trabajazo.
Besotes
Raulito, jomío, tú sabes que tienes mi permiso por adelantado para que cojas lo que te apetezca, es más, es un honor.
Un abrazote
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